Restaurante: “El Rincón Criollo”
Por: Belmarys Rivera Cortés

rinconcriollo
Sr. Cristino Maldonado Muriel, “Don Pini” nació el 5 de diciembre de 1893 en el barrio yeguada de Vega Baja. Fue quien creo el restaurante “El Rincón Criollo” en Utuado. Aquí se reunían músicos y gente pobre a cantar y tocar hasta altas horas de la noche. Mayormente se le servia comida a la gente pobre y nunca se desperdiciaba la comida que sobraba, todo lo contrario, se les regalaba a quien no tuviese para comprar. En el restaurante se servia un menú que incluía desde arroz guisado, habichuelas, arroz al sartén hasta longaniza y butifarra. En el restaurante trabajaba sólo la familia. Servían desayuno, almuerzo y siempre para la cena había sopa, además del plato principal. Don Pini era músico por excelencia. Él se levantaba todos los días a las tres de la mañana a tocar cuatro y fue el primero que llevó el cuatro a los salones de ópera. Aunque no tenia escolaridad, don Pini tocaba de todo, desde paso doble, música clásica, hasta bolero y guaracha. El creó en Utuado la semana del limpiabotas. En una ocasión mando a hacer muchas cajas de limpiar zapatos y las regaló a todo  aquél que no tenia con que ganarse la vida. También auspiciaba los deportes. Se mudó a Nueva York porque la familia de su esposa vivía allí. En 1960 cerró el restaurante porque sus hijos se fueron a estudiar a Rio Piedras. Se mudó al lado de la Universidad del Sagrado Corazón y abrió una casa de pupilos para crear ingresos y poderle pagar los estudios a sus hijos. Años más tarde muere, el 8 de abril de 1981.
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A UTUADO TODO MI AMOR
(DANZA) Música: Piní Maldonado     

Letra: Antonio Dávila

Hoy canto mi canción
como jamás mi alma cantó
por el bello rincón
que mi esperanza vio nacer,
Utuado de mis sueños
te doy con mi canción
toda mi alma henchida de amor.
Tu cielo sin igual
recoge del amor todo el encanto
y en el mirar sutil de tus mujeres
hay el recuerdo azul de la Sevilla
que dio su sangre a tí
Utuado de mi amor.
Con todos mis quereres
te brindo mis cantares
la luz de la poesía
del canto y del amor
porque en su suelo vio
mi corazón la hermosa luz
\ que dio a mi vida amores
y fe a mi inspiración.

CRISTINO MALDONADO MURIEL (DON PINI)
UN BALUARTE DEL CUATRO PUERTORRIQUEÑO

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Por Antonio Dávila López


Don Cristino Maldonado Muriel, mejor conocido por sus amigos y en el ámbito musical puertorriqueño como DON PINI, es uno de los cuatristas isleños más destacados y fecundo compositor de varios géneros musicales. Nació en el antiguo barrio Yeguada de Vega Baja el 5 de diciembre de 1893. Su padre fue un pequeño comerciante y su mamá se dedicó al oficio de comadrona.
Su interés por la música despertó cuando apenas tenia 5 ó 6 años de edad. Siendo un niño pobre y a la vez tímido no pudo encauzar sus inquietudes musicales hasta que un tío suyo fabrico' y le regaló un pequeño cuatro. Así tuvo su primer instrumento, pero su padre era duro e inflexible y no le permitió "perder el tiempo" tocando cuatro mientras había otras tareas que realizar en el negocio. No empecé la oposición paternal, el niño persistió en su idea de ser cuatrista, ya que por su extrema pobreza no podía aspirar aprender solfeo y teoría musical con un maestro pagado.

A los ocho años quedó huérfano de madre y Cristino se hizo cargo de una numerosa familia, pues a la sazón su padre se mudó para Utuado y los dejó solos. Trabajó por salarios de hambre en los cañaverales y en otros trabajos humildes cuyos emolumentos no cubrían los gastos de la familia. No obstante, seguía pulsando el cuatro, adueñándose del instrumento y desarrollando técnicas de ejecución muy peculiares. A los quince años comenzó a amenizar bailes utilizando un cuatro que le regaló otro cuatrista de la época llamado Olimpio Hernández. Su virtuosismo llegó al extremo de que al ejecutar una pieza musical llevaba la melodía y la armonía simultáneamente y no necesitaba otro acompañamiento. Tal parecía que había un grupo de músicos en función. Sobre este aspecto nos relató Don Piní que en una ocasión lo contrataron para tocar un baile y los demás músicos no aparecieron. El y su cuatro fueron suficientes para no malograr la actividad.

Corrieron los años y Cristino se casó con una joven de Barceloneta. De esta unión se procrearon cinco hijos, tres de los cuales murieron, quedando dos que luego se convierten en buenos guitarrias populares. Desavenencias matrimoniales le llevaron a la separación de sus esposa y decidió ir a probar fortuna a Utuado, donde su padre aún vivía y operaba un pequeño negocio. Ya en este pueblo alternó la música con otros trabajos temporeros hasta que decidió establecer su propio negocio, el cual atendía durante las horas del día y cerraba por las noches para amenizar bailes y otras actividades sociales por la noche. Su arte paseó de este modo por todos los pueblos limítrofes.
Tras varioí i ntentos matrimoniales que desembocaron en divorcio, allá para el año 1936 contrajo nupcias con su actual esposa, doña Urania Sigurani de Maldonado. De esta unión advinieron siete hijos, los cuales han seguido distintos derroteros en sus estudios y profesiones.

CRISTINO MALDONADO MURIEL (Don Pini) (Viene de la Página 1)

La fecundidad de Don Piní se manifestó con el cultivo de variados géneros musicales. Produjo valses, danzas, boleros, mazurcas, corridos, huapangos > joropos, rumbas, gua'achas; en fin recorrió felizmente toda I u gama de la música popular. No conforme con la música de corte popular, hizo incursiones en la creación seria al crear varias composiciones para cuatro. De éstos recordamos uno titulado "Fantasía en Rosa". Aumentó el acervo musical puertorriqueño con danzas como "A Utuado Todo Mi Amor", "Retorno al Viví", "Sonora Utuadeña", "Aires dfil Viví", "Recuerdos de Lares"; valses como: "A Mis Amigos", ''Soñé Tenerte Aquí", "Desesperación"; los boleros: "Por Tus Ojos", "Mirar Oculto", "Pensando en tu Amor". Cultivó la música típica puertorriqueña dándonos varios aguinaldos, villancicos, seis correao, siendo el más generalizado el canto navideño "De Lejanas Tierras".
Podemos notar cómo, Don Piní, en su inmenso amor y agradecimiento por el pueblo de Utuado, del cual se hizo hijo
adoptivo, intentó devolver las gentilezas y la acogida de que fue objeto en este municipio idealizando el nombre de Utuado en muchas de sus composiciones.

No sólo es Don Piní un gran músico y prolífico compositor, sino que convirtió en mecenas de muchos artista, que gracias a su respaldo moral y económico se han destacado en el campo de la música. Sus locales comerciales que siempre tuvieron nombres sugestivos como "El Lucerito del Alba" y "El Hogar Artístico" fueron veneros donde saciaron su hambre física e inquietudes musicales docenas de artistas visitantes y del patio. Allí, particularmente, recibieron el primer espaldarazo para sus respectivas carreras Manuel Cayol y Moisés Rodríguez, ambos virtuosos de la guitarra.
A Dono Pim le inquietaban otras cosas, tal vez aguijoneado por el recuerdo de sus limitaciones juveniles. En sus labios siempre había un buen consejo o una frase salomónica. Se preocupó por el bienestar de los niños, ancianos y sobre todo por aquellos de las estratas menos favorecidas. La primera mención, por mí escuchada, sobre la idea de la Semana de la Tierra, provino de su
iniciativa en una lluviosa tarde utuadeña. Tengo el vago recuerdo de que transmitió su ¡dea a las altas esferas del gobierno y al correr de los años, sin que se mencionara su nombre, surgió, mediante proclama la Semana de la Tierra, la cual ha perdurado hasta nuestros días.
Lo maravilloso de todo este quehacer es que el trasfondo cultural y educativo de don Piní fue muy limitado debido a las circunstancias prevalecientes durante sus años de formación. He ahí' el mérito de su obra, la cual debe servir de ejemplo estímulo a las generaciones presentes.
 
Revista del instituto del cuatro puertorriqueño
Año 4 - NO. 11      agosto 1978      San Juan, PR.

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