Doña Julia relata que la comadrona Doña Antonia no estaba certificaba y que lo hacía por la necesidad que tenía la gente del barrio que estaban muy lejos de los hospitales. Ella siempre estaba pendiente de las mujeres embarazadas, las visitaba a menudo y les decía que hacer pero Dona Julia no hacía caso. Doña Antonia le decía que no podía hacer mucha actividad física pero eso era difícil para ella porque tenía que limpiar la casa, alimentar a sus demás hijos y que de verdad no tenía una opciones. Para Dona Julia, tener un hijo era algo fácil ya que era una veterana en esto de parir y siempre gozó de una salud excelente. No hacía nada en especial durante los 9 meses del embarazo . Cuando iba a tener el hijo le avisaba a su esposo que siempre estaba trabajando en la finca con la recolecta del café. El iba hasta el cruce del rio para encontrar a la comadrona y después subían por los caminos estrechos de la montaña para llegar a la casa y atender a Doña Julia, eso, si ya no había parido el bebé. Para el parto, la comadrona no tenía ningún instrumento especial usaban cosas que estuvieran al alcance de la mano como una canasta hecha de vainas y trapos para envolver al bebé. En cuestión de horas ya Doña Antonia estaba en la casa cocinando y limpiado como si nada hubiese pasado. Por esto Doña Antonia es el típico ejemplo de la mujer puertorriqueña siempre dando su vida por sus hijos.