“Fuerte pero Bueno”


Por: Sainice M. Menéndez Román

Mi entrevistada se llama Tomasa Valles Maisonet, tiene 67 años de edad y es residente del barrio Campo Alegre en Manatí. Tomasa cuenta en una forma jocosa, amable y muy orgullosa que tiene tres hijos, dos niños y una niña. Cuenta que la “princesa de la casa” fue la única que nació gracias a una comadrona.

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Mediante la entrevista, doña Tita (sobrenombre de cariño), me contó el proceso del parto y lo llamó “fuerte pero bueno”. Me contó que la comadrona se llamaba casualmente Tomasa y fue quien la ayudó a traer a su hija al mundo. Además me explicó que la comadrona era certificada y ejercía su oficio en los pocos hospitales que había en ese tiempo.

Durante el parto, a Tita le pusieron medicamentos ya que la presión le subió. Me contó: “La presión me subió hasta por las nubes.” Los deberes de una comadrona según la entrevistada eran varios. Luego del parto, la comadrona lavaba al bebé, lo vestía, lo cargaba y luego se lo entregaba a la madre. Incluso, la comadrona luego del proceso del parto, visitaba al bebé y a la madre para saber sobre su estado de salud.

Algo que me pareció muy curioso fue que ella me contó que recuerda que le pusieron una “anestesia” pero que realmente no le hizo efecto y sintió todo el parto y el dolor.

En esta conversación me dejó saber los pocos cuidados que tomaba mientras estaba embarazada y como se alimentaba. Riéndose, me dijo: “yo hacía de todo, limpiaba y trabajaba como si nada”. Eso me impresionó ya que en estos tiempos es muy diferente. También me explicó la entrevistada que su recuperación fue un poco larga, ya que su condición de salud durante el parto fue algo difícil.

En cuanto a cómo llegó la comadrona fue el mismo centro hospitalario quien se la brindó, y por tanto no tuvo que pagarle monetariamente a la comadrona.

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