Tras la historia del puente Jamaca
Por: Lourdes  M. Santiago Morales

Había escuchado que más allá de la casa de mi mamá, había un puente al que muchas personas iban a visitar.  Nunca me había tomado el tiempo de ir a visitarlo o de preguntar más acerca de él.  Para mi clase de Historia de Puerto Rico y para mi trabajo de Historia Oral, pude contactar al Sr. Jorge Pérez (exalumno de la Universidad de Puerto Rico en Utuado) y coordinamos vernos en su casa un viernes a las 3:00 pm para, así, poder platicar sobre el puente.  Al llegar a su casa quedé asombrada con la estructura de la misma, ya que utiliza bambúes y otras cosas.  Para mi sorpresa, me topé con un perro y sentí que me quería atacar, así que me quedé en el carro hasta que Jorge se asomó.  Al final resultó que el perro no hacía nada.  La entrevista fue breve, ya que el señor se encontraba cuidando de sus hijos más pequeños y ya casi tocaba la hora para darles de comer.

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El Sr. Jorge Pérez es propietario de una finca familiar en la cual vivió 15 años.  Según lo platicado, para acceder a su finca,  tenía que cruzar por el río.  Por tal razón y como propósito principal, se llevó a cabo la construcción del puente.  Hoy tiene doble propósito porque sirve como recreación turística.  El comienzo de la construcción fue para el 2004 y se terminó en el 2005.

El puente, vulgarmente y oficialmente, lo nombran puente “Jamaca”.  Como bien sabemos, la palabra “hamaca”, proviene de nuestros antecedentes, los indígenas.  Jorge indica que el nombre lo colocan con “j” para que pareciera más indígena.  Es un puente colgante y de cables sujetados a 4 postes que están anclados a unas zapatas de concreto.  Está a 60 pies de altura sobre el río y tiene 135 pies de largo.  No es un puente de tablas, sino de cables, los lados son de malla y el piso tiene tubos de metal y por encima una reja.  Cumple con todos los estándares de seguridad en términos de construcción.

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Este puente colgante, une el barrio Ángeles con el barrio Caguana en Utuado.  Se encuentra sobre el río Tanamá y colinda con la finca de Moisés Cintrón y la del entrevistado, Jorge.  Además,  me indica que de haber una catástrofe y de caer el puente peatonal, este puente colgante, sería la única salida que se podría utilizar para cruzar de un lado a otro.

Jorge, me contó como fue el trabajo y proceso de construcción del puente.  Fueron 6 meses de trabajo arduo.  Llevar todo el concreto para fundir los zapatones y a mano,  fue un trabajo fuerte.  Me cuenta que cuando llegó el momento de montarlo en el aire los otros trabajadores, no quisieron trabajar.  Jorge fue quien estuvo 4 meses en el aire, todos los días desde las 6:00 am hasta las 4:00 pm.  Para poder realizar el trabajo en el aire, utilizó un zafacón de 50 galones el cual se metía adentro con sus herramientas.  Esto estaba sujetado por una polea a un cable principal que pudo anclar.  Estar allá arriba y ver las crecientes del río, le daba miedo, ya que era la primera vez que hacía algo así.  Además, me cuenta que en este río, no hace mucho, un joven fue arrastrado por una creciente y perdió la vida.

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La persona que me contactó con Jorge, el Sr. Elías González (bibliotecario en la Esc. José Vizcarrondo Añeses en el barrio Ángeles) fue quien me llevó hasta el puente.  El camino que recorrimos para llegar hasta el puente era de tierra y piedra.  Pasamos por la finca de Moisés Cintrón y pudimos observar los sembradíos de plátano, yuca y china.  Por lo feo del camino ya no podíamos continuar en la guagua.  Al bajar de la guagua, Elías me muestra una piedra y me dice que asome la cara.  Al asomarme, noté que la piedra tenía un agujero y de ahí salía aire frio.  Continuamos el camino y ya se podía observar el río.  Subimos unas escaleras de madera y piedra.  El camino cada vez se hacía más estrecho.  Cuando por fin llegamos al puente, me fijé en unos letreros ya borrosos.  Uno de ellos decía: “Ruta este, Cueva del Arco”.  El cruzar el puente fue una experiencia única e inolvidable.  Al otro lado del puente ya es propiedad de Jorge y mucho más allá, está la Cueva del Arco.

Actualmente, vienen personas de todas partes como turistas a visitar el puente.  Además, se llevan a cabo otras actividades como el rappelling, el zip line, disfrutan del río y también visitan la cueva.

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A pesar de que la entrevista fue breve y que el Sr. Pérez no pudo estar en la visita al puente, fue una experiencia extraordinaria y que jamás se olvida.  El conocer y poder platicar con personas como esos señores, tan amables y serviciales, que cordialmente me ayudaron en este trabajo fue de gran satisfacción.  Me hubiera gustado haber ido anteriormente, pero si lo hubiese hecho no hubiera aprendido tanto sobre este gran puente que está en mi pueblo, Utuado.

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