Mi vida en el Residencial Martorell

Entrevista a la Sra. Mirilda Rodríguez León

Por: Jorge L. Morales Abreu

Mirilda Rodríguez León nació el 11 de diciembre de 1933 en el pueblo de Maunabo. Siempre ha sido una mujer tranquila, criada en su hogar con valores y respeto. Introvertida y reservada pero muy sociable. Fue criada por una tía abuela, ya que nunca conoció a su madre porque la misma murió cuando Mirilda era pequeña.

Mirilda Rodríguez recuerda muy bien el día en que se mudó al Residencial Martorell y todavía reside en el mismo apartamento. Ella cuenta que el residencial se comenzó a construir como para el 1961 o 1962 y no fue hasta el 1964 que le otorgan uno de los apartamentos ubicados en 8 edificios y le notificaban por una carta si fue aceptada. Mirilda cuenta que lo recuerda como ayer porque esa misma semana se estaban celebrando las Fiestas Patronales de Maunabo para el 21 de junio de 1964. Ella siempre vivió en el mismo pueblo y antes de mudarse al residencial vivía en la Calle Ensanche de Maunabo. Ella recuerda que había gente de muchos sitios, no eran todos del mismo bario y muchos ni del mismo pueblo. Por ejemplo ella recuerda un señor al cual le llamaban por su apellido Navarro que era de Patillas, a Viti Coca Cola como le apodaban a otro muchacho, que vino de Guayama, de más lejos aún, el Sr. Soto que venía del pueblo de Manatí al cual recuerda muy bien porque ella cuido a sus hijas cuando la esposa fue a parir y también a mi abuelo Vidal Rivera Ruíz que vino de Yabucoa.

Para aquel tiempo se distribuían los apartamentos por familias y la cantidad de personas en la misma, y ella dice que había aproximadamente de 30 a 50 familias. Estas se acomodaban por planificación familiar lo cual ella dice que antes se llevaba muy bien ese orden y cuando la familia comenzaba a crecer mucho los movían para otros barrios, donde les cedían un pedazo de terreno como ocurrió en el caso de mi abuelo, el cual reside en la Urbanización Emilio Calimano. Como no olvidar la paga, ¡ahí sí que se ve una diferencia!, de cómo se vivía en aquellos tiempos, económicamente hablando. Mirilda a principio pagaba $17.00 mensuales que a diferencia de ahora es mucho más.

Una de las preguntas que le hice era que si en esos años se vivía mejor que hoy día, a la cual la Sra. Rodríguez me responde‘‘¡Sí! ’’ Había mas unión, tranquilidad, respeto y se consideraba mucho al vecino a diferencia de ahora. En los días festivos se reunían todos y celebraban como una familia enorme y intercambiaban y socializaban mucho. Hacían viajes y en el día de las madres y los padres siempre salían y compartían. ‘‘Nada de mascotas ni música a todo volumen. ’’ El primer gerente era de apellido Villanueva y era de Humacao. Ella lo recuerda muy bien y siempre lo recordara muy bien porque brindaba un servicio excelente en el residencial y siempre estaba al tanto de todo. La única persona que rompía un poco con el esquema era una señora que ella recuerda de manera jocosa porque tenía unas gallinas a las cuales le tiraban maíz desde un segundo piso, de ahí en adelante reinaba la tranquilidad y el respeto. También antes era mucho más organizado y si ocurría algo se atendía al momento; nada de citas ni de esperas.

Sus hijas continuaron viviendo en la residencia hasta que se casaron. La mayor que residió allí desde los 8 años hasta los 22, cuando se casó y la menor que llego al residencial con 4 añitos y se casó como a los 23.

Su experiencia en el programa para los residenciales públicos del entonces del Gobernador Pedro Roselló fue muy buena. Tenía personas asignadas que vigilaban en el residencial y ella era una de ellas y fue premiada en varias ocasiones como madre ejemplar. Ella cuenta que aunque siempre ha sido poco el movimiento de las drogas, para ese tiempo se aguantó un poco más, así que el programa fue efectivo. Me dijo que para aquel tiempo, las personas eran más independientes, ella dice que ahora en los residenciales vive más gente amamantada a la cual hay que darles de todo o casi todo para poder sobrevivir. Para ella de ahí provienen los problemas, lo más que se ve hoy día en el residencial es el robo de agua y/o luz, personas vividoras y personas vagas con vicios. Hasta ponen mangueras y extensiones de luz desde los balcones de otros apartamentos a los suyos y también ella opina que el contrato es solo un pedazo de papel y que ya no hay control como antes.

Le pregunté a Mirilda que si se mudaría de ahí a lo que respondió de manera espontanea; ¿Pa’ donde?” ¿Para el cementerio será? Esto, dejándome entender que si no se ha mudado hasta el sol de hoy por que hacerlo ahora después de haber vivido casi toda su vida ahí. Ella me cuenta que se siente cómoda, que ese es su hogar y lo que necesita o puede necesitar está a solo pies de distancia. Otra pegunta fue que como le ha ido en el residencial, ya a ese punto de entrevista era clara su respuesta y así mismo me lo afirma: ‘‘Bien, muy bien, ha sido una muy buena y bonita experiencia. ’’

Durante toda la entrevista que hice fue evidente notar que le ha gustado su vida en el Residencial Martorell, y siempre que hablábamos del pasado todo lo que me decía y me contaba era positivo, nada alarmante, nada que hiciera a uno quitarle la idea de poder haber vivido en esos tiempos. Su posición general hacia la idea de que los Residenciales es donde habita la mayoría de la delincuencia, en Maunabo parece casi un mito, yo conocía de esto y ella me lo afirma; ‘‘Dentro de todo es tranquilo, siempre ha sido así, quizás antes más que ahora, pero de igual forma es tranquilo. ’’ Para mí la conclusión es simple: Mirilda Rodríguez vive y siempre vivirá contenta con sus recuerdos y sus memorias de su vida en el Residencial Martorell.

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