Mi vida repugnante ante los ojos de un ignorante.

Entrevista a la Sra. Luz Celenia López Landrón

Por: Hermie J. Cruz González

Muchas personas pensarán que los del residencial somos la parte mala del mundo. Los que dependen de los cupones, los parásitos y lo único que traemos son drogas y muertes. Nos subestiman, nos juzgan en general por situaciones de otros. Pero, ¿por qué no nos tratas individualmente y tratas de conocer mi historia antes de juzgarme?

Me llamo Luz Celenia López Landrón. Nací el 14 de septiembre del 1933 en Manatí, Puerto Rico. Nací para el tiempo donde se cocinaba en fogones con leña que se buscaba en el monte, para cuando mi bañera era el río y un caballo o ir a pie era el único transporte. Donde para llevar a un enfermo al hospital era cargándolo en hamaca y se curaban con remedios caseros.

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A pesar de nuestras necesidades y que la mayoría no sabía leer ni escribir éramos felices y se vivía en paz con las puertas abiertas. El problema era que se vivía de la agricultura y la economía no estaba tan buena. Así que ya para cuando cumplí dieciséis años emigré a Nueva York con mi hermana, al igual que muchos puertorriqueños en busca de un mejor futuro.

Viviendo en Nueva York aprendí lo que era una estufa, electricidad, trenes y a trabajar en fábricas haciendo ropa en vez de estar cortando caña todo el día. Puedo decir que ese tiempo que viví en Nueva York lo pude disfrutar ya que tenía un mejor sueldo con el cual podía cubrir mis necesidades básicas y también sacar tiempo para divertirme. Tuve una mejor vida, pero esto fue efímero y volví a mi hermosa isla.

Para el año 1970 me mudé con mi esposo y mis tres hijos a un residencial llamado Jardines de Ceiba el cual había sido inaugurado en el pueblo de Ceiba. Para ese mismo año se mudaron al residencial siete familias más, todos eran residentes de Ceiba. Los apartamentos consistían de tres cuartos y un baño; hoy en día consisten de dos cuartos y un baño. Cuando me mudé al residencial pagaba $8.00 dólares de renta. Hoy día pago $400.00 dólares.

De los males que afectan al residencial diría que es el problema de la droga, la criminalidad y la discriminación por nuestra clase social. Otra situación que nos ha preocupado a los residentes del residencial era el rumor que la base militar quería expropiar nuestras viviendas para convertirla en parte de la base.

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Esta es la vida de una humilde señora de ochenta años. Al ver su dulce hogar pensarás que tiene necesidades pero la realidad es que ella no necesita mucho para ser feliz y no importa donde esté, ella hará ese lugar su hogar. Como dice la canción de Fiel a la Vega “Yo sería borincano aunque naciera en la luna” Luz Landrón deja saber que a pesar de que dejó a su patria, siempre sería boricua. El lugar tú lo haces, te adaptas al ambiente. Lo que importa es tu esencia. Ahora, ¿con que criterio la piensas juzgar?

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