Portones abiertos

Entrevista a la Sra. Loida Puente Mordiglio

Por: Gino Vélez Rivera

En Puerta de Tierra, entre las calles Matías Ledesma, San Juan Bautista, la avenida Fernández Juncos a la antigua vía del tren., hoy carril exclusivo de la Ama se encuentra el residencial El Falansterio. La Sra. Loida Puente Mordiglio es una persona amable que lleva alrededor de 27 años viviendo en este imponente arquitectura de los años 30’s. Fue muy amable en invitarme a su hogar en el residencial. Cuenta Loida que este residencial originalmente fue construido para los militares de los 30’s y 40’s ya que eran muy populares por la segunda guerra mundial. Fue uno de los primeros proyectos de Estados Unidos financiado por la P.R.E.R.A., por sus siglas en inglés. Esto fue un alivio a las familias puertorriqueña porque solamente se pagaba 2 dólares por semana. Esos tiempos eran muy difíciles por la gran depresión que afectaba todo los Estados Unidos y al mundo. “Yo vivía en Ponce antes de llegar a San Juan y conocer mi futuro esposo en un “pawn shop” en el viejo San Juan. Lo vi y enseguida me enamore de él. Le dije a mi mejor amiga que le daba una moneda si me lo presentaba y así fue,” me relató mi entrevistada. Cuando la Sra. Loida se mudó decidió hacer un préstamo para comprar el apartamento y mudarse al residencial con su esposo e hijo.

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Cuando Loida llega al residencial habían pocos apartamentos disponibles, casi todos estaban ocupados. Los vecinos de este residencial son muy unidos, se puede hasta sentir la armonía que existe entre ellos ya que la mayoría de ellos son de mayores de 50 años. El residencial cuenta con un Head Start que también ayuda a la la paz por la risas y el jugueteo de los niños traviesos. Este residencial resulta ser muy interesante porque ha pasado por muchos procesos de administración de público a cooperativa y a privada. Ahora los residentes son dueños de los apartamentos. “Pero no significa que podemos hacer lo que queramos,” dijo Loida. “El Instituto de Cultura de Puerto Rico protege esta estructura ya que tiene más de 60 años de antigüedad. Nosotros no podemos hacer nada afuera ni siquiera poner un clavo porque el Instituto estaría aquí en cuestión de nada. Llegué cuando ya era privado. Los apartamentos lo que pagan son 350 dólares mensuales y con la ayuda del préstamo lo logré. Actualmente los apartamentos se venden por una cantidad sumamente económica alrededor de 65,000 dólares,” terminó diciendo.

 

Para Loida los tiempos de antes eran mejores por la confianza y seguridad que existía en la calle. Comentó: “ La juventud ha cambiado mucho con las drogas pero no todo es malo ahora con las guaguás públicos y el tren urbano la vida se nos hace un poco más fácil para nosotros. Al pasar los años me he quedado sola con mi esposo que tiene una agencia de hipódromo y mi adorable gata de ojos tan grandes como una bola de billar y azules como el cielo. La experiencia de la privatización del entonces gobernador de Puerto Rico Roselló no fue de mucho agrado para los residentes ya que pedían ayuda y nunca se le daban o no llegaba tal ayuda.”

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Siguió diciendo: “La juventud piensa que lo más fácil siempre es lo mejor. Una vez pasé una experiencia que deja mucha esperanza y temor. Yo estaba en el viejo San Juan con mi esposo. Estábamos de paseo en el carro cuando de repente se nos explotó una de las gomas del carro. Mi esposo no sabía qué hacer, no teníamos gato y ni repuesta, con nosotros. Nos quedamos sentados pensando en el carro cuando de repente se estaciona un carro al frente de nosotros. Mi esposo no sabía lo que estaba pasando y tampoco yo. Se bajó un muchacho joven y se ofreció a cambiarnos la goma. Mi esposo y yo no lo creíamos. Él dijo ¿Ustedes son del área verdad? Nosotros dijimos si, con miedo y respeto. El muchacho sonrió, bajó una goma de su carro y cambió nuestra goma dañada. Otra experiencia fue más impactante. A mi esposo le habían bandalizado el negocio y robado todo su dinero de la caja registradora. Unas horas después aparecieron unos jóvenes diciendo que se habían enterado de lo sucedido. Dijeron que sabían quiénes eran los responsables del acto y se fueron. Por la mañana suena la puerta, eran los mismo jóvenes con unos muchachos y con el dinero exacto. Ellos dijeron. “aquí los tienes algo más que quiera hacer con ellos. El joven líder, supongo yo, se pasó la mano por el cuello imitando un cuchillo. Mi esposo grito: ¡No!, ya está el dinero no hace falta más nada. Aquí la gente se cuida entre si, hay una norma de vida. Esas son algunas de las razones por las cuales nunca me mudaría de aquí.”

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