Barlovento amarra el perro y suelta el viento

Entrevista a la Sra. Claudia Sanabria

Por: Jomarys Nieves Rodríguez

Todo comienza en una lejana loma del pueblo de Lares en la hacienda Claveles con la familia Sanabria Pérez. La señora Claudia Sanabria, hija del mayordomo de la hacienda, tenía ocho años de edad para cuando comenzó el huracán San Ciprián en el año 1932. Ese día del huracán, cuando su familia estaba en la hacienda, los patrones de la hacienda ya estaban advertidos del huracán a través de un radio viejo. El único que había era el del padre de Claudia, donde se decía del paso de San Ciprián en Puerto Rico. Dona Claudia presentía que algo malo iba a pasar, empezando por las cosechas; plátanos, chinas y los palos de café que se iban a perder por causa de este terrible huracán .

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Su padre, el mayordomo de la hacienda, le había dicho a sus trabajadores que podían refugiarse en el sótano de su casa y allí se refugiaron todos. Para comer, la madre de Claudia el día antes del huracán ya había asado un pernil, para que todos comieran mientras pasara el huracán. Claudia mencionó que todos hacían una fiesta en el sótano de su casa, mientras su padre tocaba el cuatro. Entre cada le lo lai decía ''Barlovento Barlovento amarra el perro y suelta el viento''.Uno de los trabajadores amaraba las ventanas para que no entraran las ráfagas de los fuertes vientos. Alrededor de él pasaban corriendo y saltando los hijos de los trabajadores que eran como seis. Ella cuenta que además de ellas, los niños se sentían tranquilos y felices, para ellos era una fiesta. Claudia en cambio se sentía un poco insegura porque sentía un calor muy fuerte, sentía que la tierra temblaba. A parte se oían los pájaros y perros intranquilos como presagiando el fenómeno atmosférico.

Después de dicho huracán, la agricultura de la hacienda quedó destruida con el paso de los fuertes vientos y lluvias. Habían acabado con la mayoría de las cosechas, los plátanos y los palos de café se habían caido. Los suelos estaban debilitados, hubo muchos derumbes.Algunas casas del barrio se vieron afectadas tambien. La casa de Claudia y sus padres quedó intacta. Después, para reponerse del huracán, tuvieron que cosechar otra vez y hacer reparaciones a las casas de sus vecinos y así comenzar otra vez. El agua se la habían quitado por dos ó tres semanas, la luz no, porque para ese tiempo no existía, se alumbraban con quinques. Recibieron ayudas del gobierno, ''FEMA'', que les suplieron de comida enlatada y carpas. Claudia cuenta que entre esas comidas enlatadas además de ser riquísimas, venía una carne enlatada que su padre les decía ''el chochín de la prera'' que quería decir en inglés lunch meat. Los hacendados tuvieron que trabajar muy duro para salir adelante con la agricultura. Entre los recuerdos, Claudia argumenta que todos se apoyaban cuando pasaban desastres o huracanes y se ayudaban mutuamente. Recuerda que se hacían unas misas y recolectas en la iglesia católica para los afectados del pueblo. En fin, para Claudia el huracán San Ciprián fue uno bastante ruin debido a la destrucción de la agricultura.

Para el huracán San Felipe 1928 no recordó mucho debido a que era una niña pequeña, pero si recuerda que sus padres le contaron que en donde vivan se habían derrumbado una que otra casa, que los yagrumos tendían a ponerse de color verde amarillo. También hubo una hambruna en algunos pueblos entre ellos Lares, Adjuntas y Utuado, la gente tenía que ir a unos almacenes donde la comida estaba restringida. Había mucha hambre y pocos alimentos. Los padres de Dona Claudia pasaron mucha hambre debido a este huracán.

El huracán de Santa Clara lo recordó debido a que ya era una joven adolescente. Aseguró que dicho huracán no fue tan ruin como los anteriores pero que fue raro, recordó que los cielos se tornaban de color amarillo y rosa. Además de que los perros de su casa aullaban mucho. Me contó una anécdota muy cómica. Recordó que su madre estaba lavando ropa en el río y cuando oyó de repente a las señoras del barrio gritar que se fuera de allí porque la iba a atrapar el huracán, y cuando quiso irse se le cayó toda la ropa al río.

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