Cuando pase el Temporal
Entrevista al Sr. Tomás Alicea Vera
Por: Luz Estelle Rosado Méndez |
A través del tiempo, he tenido la gran oportunidad de conocer varias personas que han marcado mi vida, ya sea por su conocimiento, memorias, consejos o anécdotas. Entre esas personas extraordinarias puedo mencionar a mis vecinos: Tomás Alicea Vera y Guillermina Maldonado Montalvo. Tuve la ocasión de conversar con ellos sobre sus vivencias y relatos cuando pasaron los huracanes San Felipe (1928), San Ciprián (1932) y Santa Clara (1956) por la isla de Puerto Rico. Sus recuerdos sobre este tema permanecen frescos en sus mentes y cada detalle se hace más claro y definido cuando relatan lo acontecido.
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Don Tomás recuerda y narra: “Cuando San Felipe tocó tierra tenía cuatro años, un nene. Vivíamos en Pastales de Utuado. Papi nos sacó de la casa, a mí y a mi familia. Corrimos a una tienda, donde nos refugiamos, hasta que pasó el muchacho (San Felipe). La casa se mantuvo aunque era de madera y cinc, pero la cosecha se perdió completa”. Tomás cuenta que su padre tenía un sembradío de papa, maíz y tabaco, entre otros productos. “Era como empezar de nuevo”. San Felipe, fue un huracán categoría cinco que entró por el sureste de Puerto Rico y salió por el noroeste. Los daños ocasionados fueron de aproximadamente cincuenta (50) millones.
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Para el 1932 “Guilla”, como le decimos de cariño, recuerda que como no había radio en su casa, se enteraba de que un huracán venía por medio de la naturaleza. Esto, que ella recuerda me despertó la curiosidad. “Cerca de mi casa en Pastales había una pequeña charca que se llenaba de garzas que venían a comer. Cuando las garzas percibían mal tiempo, no volvían por semanas. Así que cuando no veíamos las garzas, sabíamos que se acercaba una tormenta y nos preparábamos”. “No teníamos electricidad, nos alumbrábamos con faroles, quinqués o velas”. Luego que pasara la tormenta, ambos comentaron que siempre los vecinos estaban para la disposición de ayudar a limpiar y reconstruir lo dañado.
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Cuando pasó Santa Clara por la isla de Puerto Rico, Tomás y Guillermina se encontraban recién casados. Don Tomás relata de la siguiente manera: “No guardé los animales en el establo, por miedo a que se ahogaran. Los amarré a un árbol en una montaña, donde se sabía que tenían pasto para comer y se encontraran seguros. Aunque teníamos una barraca, pasamos el huracán en la casa, sin ningún temor”, añade Guilla. Durante el paso de Santa Clara, que fue de categoría uno, ellos indicaron que “los perros se escondieron y las gallinas se pusieron ariscas”. Tomás continuó diciendo: “Cuando se marchó Clara, las carreteras quedaron obstruidas por los árboles y escombros. Recogí los animales, me puse la capucha y a machetear se ha dicho.” “Parecía un Batman de amarrillo”, añadió Guilla riéndose.
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Las anécdotas contadas por Tomás Alicea y Guillermina Maldonado son sorprendentes. Como ellos, muchos han pasado por estos escenarios inciertos de la naturaleza y recordamos los estragos y pérdidas que tuvimos. Pero algo importante que debe permanecer en nosotros, es la certeza de que habrá un mañana… cuando pase el temporal.
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