Doña Doda y Santa Clara

Entrevista a Doña Sofía Toledo Cruz

Por: Evelitsy Colón Cuevas

A continuación presento este trabajo, fruto de una entrevista realizada a una persona que tuvo la experiencia de vivir personalmente los estragos del huracán Santa Clara en 1956. Ella relata su experiencia y la forma de como lograron superar la situación y daños que este causo.

Para éste trabajo de historia oral tuve la oportunidad de entrevistar a doña Sofía Toledo Cruz a la que cariñosamente le llaman Doda. Actualmente vive en el Barrio Ángeles sector El Corcho y tiene 81años. Doda quedó viuda hace años y sus hijos son los encargados de ella. Ha vivido prácticamente toda su vida en el mismo lugar, así como gran parte de su familia.

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Cuando tuve la oportunidad de entrevistar a doña Doda, lo más que recuerda es el huracán Santa Clara en el 1956. Para ese entonces tenía veinticuatro años de edad. Este huracán es uno que recuerda con mucha pasión ya que era la primera vez que vivía un acontecimiento como éste.

Doña Doda cuenta que se enteraron que se aproximaba un temporal o ciclón (así le llamaban a los huracanes) por medio de un radio que su papá tenía, ese radio llevaba una batería casi tan grande como el mismo radio. Otra forma de saber si se acercaba un huracán era observando la naturaleza, ya que según ella su papá le decía que cuando se viraban las hojas de los árboles de yagrumo y se ponían de color blanco o si durante ese año los árboles daban mucho fruto era indicativo de que se avecinaba mal tiempo. Hoy día de todo esto no se conoce mucho.

Una vez que estaba cerca el huracán ella recuerda que las personas del barrio se refugiaron en la mejor casa que había. El dueño, prácticamente recibía a todo aquél que quisiera pasar el huracán en su casa. Los animales pequeños como los perros, gatos y gallinas los subían al hogar para protegerlos. Recuerda que su papá tenía caballos y decidió dejarlos sueltos para que ellos mismos buscaran refugio en lugar de dejarlos en sus corrales.

Todas las familias se juntaron y pasaron las horas del huracán hablando y observando los vientos y la lluvia que trajo éste. Las mujeres se reunieron en la cocina y prepararon café y otros alimentos para que esas horas fueran más llevaderas. Doña Doda recuerda que los vientos eran muy fuertes y lo más que le atemorizaba era el ruido que hacían las ráfagas de los vientos, además de escuchar cómo caían los árboles y escuchar cómo las planchas de zinc de las casas caían al suelo. Pero a pesar de pasar horas de temor por el paso del huracán y los fuertes vientos ella cuenta que la parte positiva de toda ésta situación es que las familias se juntaron y se ayudaron unos a otros. Cada familia siempre estuvo pendiente de su vecino, y se ayudaron en sus necesidades, cosa que hoy día, según su opinión, no se ve mucho. Ese amor por nuestro prójimo se ha perdido.

Luego que el huracán pasó salieron de sus hogares. Doda me cuenta que las fincas quedaron destruidas. Prácticamente todas las siembras se perdieron, lo único que no se afectó mucho fue la yuca, el ñame y los productos cultivados bajo tierra, los demás productos como los plátanos y guineos tuvieron que tratar de salvar los que quedaron en pie pero la mayoría se tuvo que sembrar nuevamente. Esto fue un grave problema ya que su familia dependía de lo que sembraban y cosechaban.

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Muchas casas sufrieron daños a consecuencia de los fuertes vientos que arrasaron con los techos de zinc como por ejemplo la de su familia. Su papá tuvo que buscar las planchas de zinc que habían caído muy lejos de su casa y volver a reconstruir su vivienda con lo poco que les quedó, así mismo salvaron las pocas pertenencias que les quedaron. Doña Doda recuerda con tristeza que gran parte de las casas de sus vecinos quedaron completamente destruidas.

Los meses que siguieron pasaron muchas necesidades aumentando su nivel de pobreza. Hubo un poco de alivio a través de unas ayudas que el gobierno les ofrecía a las que se les conocía como “mantengo”. Las personas tenían que bajar al pueblo para poder buscar éstas ayudas y era un viaje a caballo el cual les tomaba poco más de un día para llegar a su destino atravesando ríos y quebradas. Como les tomaba tanto tiempo el ir al pueblo, una vez llegaban al mismo aprovechaban para comprar otras cosas que les hiciera falta ya que por ser un viaje tan tedioso no lo hacían con frecuencia.

El proceso de recuperación fue uno lento y a esto se le añade que para esa época no contaban en su casa con los servicios de agua y electricidad. Por lo tanto, doña Doda tenía que ir todos los días a buscar agua a un pozo que había en una finca cercana propiedad de su tío. También tenía que ir al río para lavar ropa. Para alumbrarse durante las noches usaban velas y quinqués.

Todos se respetaban y se ayudaban. A pesar de todas éstas penurias y carencias de doña Doda y su familia, eran una familia feliz rodeada de mucho amor, para ellos y para los demás. A pesar de todas las necesidades a doña Doda le gustaban más los tiempos de antes que los de ahora. Las familias eran mucho más unidas.

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