Don Liberato y los huracanes

Entrevista a Don Liberato Portalatín

Por: Samaiarelys Maldonado Toledo

En las primeras tres décadas del siglo XX, Puerto Rico experimentó cambios socioeconómicos muy importantes. El nivel de pobreza alcanzaba niveles altísimos, siendo la agricultura la principal fuente de economía. La mayoría de las familias contaban con hogares hechos de madera y zinc, y en casos de emergencia, como los huracanes utilizaban las barracas o tormenteras. Los huracanes son fenómenos naturales con un sistema de baja presión cuyos vientos viajan de manera contraria a las manecillas de reloj. En Puerto Rico hubo varios huracanes que causaron grades estragos en la economía, entre ellos San Felipe. Liberato Portalatín nos narra su experiencia durante los huracanes y lo que es su vida.

Con 91 años de edad, don Liberato Portalatín está casado con María Irizarry. Juntos viven en el barrio Ángeles, sector La Altura de Utuado. Los padres de Liberato fueron Tomás Portalatín y Agripina Betancourt.

Cuando el huracán San Felipe pasó por nuestra isla de Puerto Rico en el 1928, don Liberato tenía siete años y vivía junto a su familia cerca de la Hacienda Tanamá en el pueblo de Adjuntas. La misma contaba con aproximadamente novecientas cuerdas de terreno y pertenecía a los españoles, Guillermo Morell y Magdalena Castañer. Su papá fue capataz de la hacienda y más tarde pasó a ser el administrador.

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Durante el paso del huracán, cuenta don Liberato, que él y su familia se refugiaron en el piso de arriba del almacén de la hacienda y se acostaron sobre unos sacos de café. Las personas particulares, según recuerda don Liberato, se quedaron en el primer piso del almacén. Esa madrugada comieron arroz con pollo ya que las gallinas fueron víctimas de los fuertes vientos. Las “casillas” de los arrimados fueron destruidas por los incesantes vientos y la torrencial lluvia. Estos comieron yautía de palma pues era lo único que tenían.

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Recuerda que el español Guillermo tras el paso del huracán dijo: “Lo que Dios da, Dios lo quita”. El huracán San Felipe fue muy desastroso con la agricultura. La hacienda sembrada de café quedó totalmente destruida, pero como los dueños de la hacienda eran personas adineradas no recibieron ninguna ayuda del gobierno y les tomó tan solo un año en recuperarse y continuar con la agricultura en todo su apogeo.

Para ese tiempo, la hacienda no contaba con los servicios de agua y electricidad, pero eso sí, tenían una radio de baterías. Recuerda que las mujeres iban al río a lavar la ropa y allí también aprovechaban para asearse. Don Liberato recuerda con mucho orgullo que no pasó hambre ni grandes necesidades ya que su papá era un hombre trabajador y siempre aseguraba el alimento para su familia. Pero si recuerda lo arduo que era ir de un lugar a otro, ya que el camino era difícil y tenía que atravesar ríos y quebradas.

Al preguntarle a don Liberato acerca de otros huracanes, éste opinó que entre San Felipe, San Ciprián y Santa Clara el peor de todos fue San Felipe y que nunca recibió ayuda del gobierno para sobreponerse de las pérdidas ante el paso de estos fenómenos atmosféricos. También recuerda claramente que su madre le contaba que para el huracán San Ciriaco ella tenía 10 años y que hubo para esa época una gran hambruna.

De San Ciprián me habló poco. Se refugiaron en barracas de matojos y palos. Según su apreciación no hubo tanto daño en la agricultura pero si se afectaron las plantaciones de café, guineos y plátanos. Su casa agraciadamente no sufrió daños.

Lo mismo pasó para Santa Clara, los daños no fueron tan graves. En la hacienda había una vitrola y una radio. Para ésta época ya tenía cuatro hijos con su única y actual esposa, María con quien lleva 68 años de casado.

Existen muchas personas como Don Liberato, que sufrieron los estragos de los fenómenos atmosféricos en el momento que Puerto Rico atravesaba una época crítica en el plano económico. Estos momentos de crisis hacen de Puerto Rico una isla excepcional, demostrando que podemos sobreponernos a cualquier circunstancia. Sigamos el ejemplo de Liberato, que con su perseverancia, humildad y empeño logró salir adelante y hacer de su familia una de bien.

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