JURACAN

Entrevista a su bisabuelo

Por: Nicole M. López Cañizares

Un huracán es un sistema de baja presión con unos vientos de fuerza extraordinaria que forma un torbellino y gira en grandes círculos. El huracán suele originarse en las zonas tropicales y desde el momento de su nacimiento comienza a expandir su diámetro. Este también suele llamarse tifón en las islas asiáticas y en China. Se suele clasificar en la escala Saffir-Simpson. La categoría 1 tiene vientos de 74-95 mph formando marejadas de 4-5 pies de alto, suele causar solo inundaciones en la zona costera y daños a arbustos y árboles. La categoría 2 tiene vientos de 96-110 mph hora causando marejadas de 6-8 pies, causa árboles caídos, casas rodantes y algunos techo. La categoría 3 va desde las 111-130 mph formando marejadas de 6-8 pies y causando daños a toda la flora, y edificios grandes. La categoría 4 va desde 131-155 mph con marejadas de 13-18 pies, esta categoría arranca todas las señalizaciones, daños extensivos a techos, ventanas y puerta, inundaciones hasta 6 millas dentro de la tierra y destrucción total de casas rodantes. La categoría 5 sobrepasa las 155 mph y marejadas mayores de 18 pies causando graves daños a las marejadas causando daños extensos a todas las propiedades. La temporada de huracanes inicia en junio y termina en noviembre. Puerto Rico ha sido azotado por varios huracanes dentro de esos se encuentran: San Felipe II, San Ciprián y Santa Clara. San Felipe II pasó por la Isla el 13 de septiembre de 1928 siendo categoría 5. Este entro por Guayama y salió por Aguadilla, Isabela con vientos de 160 mph. Fue un huracán totalmente devastador causo más de $50 millones en perdida, destruyo todas las casas y cultivos que encontró en su paso, y más de 300 muertos en Puerto Rico. Otro huracán que causo grandes daños fue San Ciprián con unos vientos de 120 mph. Este huracán causo más de 30 millones de dólares en pérdidas y mato a 225 personas. Santa Clara por otra parte solo causó 9 muertes, aunque causo 25.5 millones en pérdidas. Este huracán tuvo unos vientos de 115 mph y entro por Patillas y salió por Arecibo.

Para poder hacer esta investigación, acerca de los huracanes que azotaron a Puerto Rico, entreviste a mi bisabuelo, quien comenzó diciéndome que solo había nacido para Santa Clara pero que su madre le contó acerca de los otro huracanes. Me relató cómo se vivía en Adjuntas para aquellos tiempos, como eran las construcciones y que la tecnología no era tan avanzada como la de ahora.

El primer punto importante que me contó es que a principios del siglo 20 las personas no sabían cuando el temporal llegaría por lo que no tenían mucho tiempo para poder prepararse. Como resultado había muchas destrucciones de propiedades, muertes e incluso escaseaban ciertos productos. No obstante las personas lograron darse cuenta de ciertos patrones que se repetían y comenzaron a formular estrategias para poder prepararse. La estrategia más utilizada por las personas de ese tiempo era el comportamiento de los animales, en especial el pájaro llamado Rabo Junco. Cuando ellos observaban a estas aves en lo alto del cielo sabían que algo iba a ocurrir ya que estas aves son de la costa. Los campesinos al ver estas aves se comenzaban a preparar para la tempestad, y mandaban a alguien para que fuera al pueblo a verificar si se habían colocado las dos banderas, estas significaban que venía un peligro inminente. Además de estos animales, los perros y animales de granja comenzaban a inquietarse mucho y actuaban diferente a los días normales como si pudieran predecir que algo malo iba a ocurrir. La noche antes de que azotara el huracán, los animales como el coquí, la cigarra, el grillo, entre otros permanecían en total silencio. Junto al comportamiento de los animales, observaban que el día que llegaba el huracán usualmente estaba despejado. Otra de las maneras en que se enteraban de que el huracán venia era por medio de la policía, ya que estos iban por los barrios avisando que venía un temporal.

foto12

La policía tomaba ese rol informativo ya que la mayoría de las construcciones de ese tiempo eran hechas de matojos, madera podrida y planchas de zinc vieja, por lo que el huracán se las llevaba o las destruía. Esto representaba un gran problema, no solo para las personas que perdían su hogar o incluso se herían o morían al estas derrumbarse, pero también para las personas que desafortunadamente no tenían refugio ya que el huracán volaba las planchas de zinc y estas terminaban matando gente. Las personas que no tenían donde refugiarse tenían tres opciones: la primera era refugiarse con la mejor casa del barrio, usualmente alguien que tuviese dinero y una buena construcción, la segunda meterse en las baracas y la tercera buscar un refugio que proveía el gobierno. Esto último no era una opción viable para muchas personas, debido a que para ese tiempo no habían carreteras, los barrios estaban bastante incomunicados y la única forma de llegar a los refugios era montándose en los cajones de los troces. Estos cajones estaban siempre llenos, la gente se desesperaba y se montaban uno encima del otro, inclusive en los costados y en el techo del camión de tumba. Cuando las personas no cabían en el camión de tumba y se tenía que ir de su casa, guardaban las cosas importantes en un baúl, ponían a los niños en hamacas o sacos para poder transportarlos más fácilmente y caminaban a un lugar seguro.

Por fortuna en el barrio de mi abuelo había una gran hacienda y el dueño, consciente de que casi todos eran pobres, mandaba al capataz a avisarles que venía un ciclón y que se fueran a refugiar a la hacienda. Allí todos esperaban a que pasara el temporal. El dueño de la hacienda tenía una radio por la cual se enteraban de por dónde iba el huracán y cuanto faltaba para que este se fuera. Algo peculiar de esta radio es el hecho de que la batería era más grande que el mismo radio ya que no había electricidad para ese entonces. Las baterías de estos radios eran muy costosas, cada una costaba $10.00 y por esa razón casi nadie poseía un radio. Para este tiempo no existían neveras ni estufas por lo que se hacía un poco difícil preservar la comida. Solo los hacendados o personas ricas poseían era un cubo gigante de hielo, fortuna en el barrio de mi abuelo había una gran hacienda y el dueño, consciente de que casi todos eran pobres, mandaba al capataz a avisarles que venía un ciclón y que se fueran a refugiar a la hacienda. Allí todos esperaban a que pasara el temporal. El dueño de la hacienda tenía una radio por la cual se enteraban de por dónde iba el huracán y cuanto faltaba para que este se fuera. Algo peculiar de esta radio es el hecho de que la batería era más grande que el mismo radio ya que no había electricidad para ese entonces. Las baterías de estos radios eran muy costosas, cada una costaba $10.00 y por esa razón casi nadie poseía un radio. Para este tiempo no existían neveras ni estufas por lo que se hacía un poco difícil preservar la comida. Solo los hacendados o personas ricas poseían era un bloque de hielo, el cual usaban como si fuese una nevera.

Y para poder cocinar se utilizaba un fogón. Este también se utilizaba para preservar ciertos alimentos. Una de las formas de preservar las carnes era utilizando el fuego del fogón. Básicamente las personas salaban mucho las carnes y las colgaban bajo el fogón con bastante humo y se aseguraban de que las carnes cogieran gran parte de ese humo. La leche se hervía para preservarla y luego se almacenaba.

Para el huracán San Felipe II su madre le contó que al lado de su casa uno de los árboles se cayó y destruyó la propiedad. Ellos no tenían mucho dinero para arreglarla, por lo que reconstruyeron la casa con la madera que el huracán había dejado y según pasaron los años la pudo ir remodelando. Mi abuelo relata que para este tiempo los vecinos ayudaban en la reparación y necesidades de las demás personas, sin ningún costo. Esto le era muy útil a las personas que no tenían casi dinero o a las que los ríos les llevaban su casa. Por otro lado, los colmados abrían al otro día que pasaba el huracán y continuaban sus operaciones normales. Este huracán resultó devastador para todo Puerto Rico.

La ventaja que tiene el puertorriqueño de hoy en día son las grandes mejoras en la construcción y los avances en la tecnología. Hoy en día nos podemos enterar cuando se forma el huracán y la trayectoria que tiene, esto es muy útil ya que nos permite prepararnos con mucha anticipación y hacer las mejoras al hogar, para que no sea mortal. Las construcciones son muy resistentes y duraderas, hasta la peor casa de este tiempo es mejor que las propiedades de principios del siglo XX. Hoy en día son muy pocas las personas que mueren a causa de este fenómeno natural, en comparación con estos huracanes en donde murieron más de 200 personas. A pesar de todas las desgracias pasadas debemos considerar que esta Isla está más que bendecida, debido a su ubicación la mayoría de los huracanes terminan desviándose o desvaneciéndose en el Océano Atlántico.

VOLVER