Llegó mi vecina Santa Clara

Entrevista a la Sra. María Martínez Ortega

Por: Glorinel Cadiz Nieves

María Martínez Ortega me cuenta sus recuerdos sobre como fue el paso del huracán Santa Clara y como ella, su familia y vecinos pasaron este acontecimiento. Este huracán pasó por Puerto Rico en el año 1956. Mi entrevistada nació en el año 1928 y actualmente tiene 86 años de edad. Vive en el Barrio Arenas, Sector Villa Soto en Utuado.

Del huracán San Felipe (1928) no recuerda nada; ya que nació ese mismo año y no recuerda que le hayan contado algo. Del huracán San Ciprián (1932) lo único que recuerda es que un señor la llevó en hombros a una ranchera de paja, que estaba cerca, porque ella era muy pequeñita. Del que si se acuerda porque lo vivió es del huracán Santa Clara.

Cuando pasó por Puerto Rico el huracán Santa Clara la señora María Martínez Ortega tenía 27 años de edad. Vivía en una casa de madera muy humilde, con techo de un cartón especial. “Era como una brea verde” dice ella. Todavía no tenían luz eléctrica. Se enteraban que venía un huracán cuando empezaba la lluvia, el viento y el cielo a cambiar. “Por eso, era que se sufría tanto” me dijo la señora. “Pero esta vez fue diferente porque había un vecino que tenía un radio de batería, una batería bien grande y cuadrada parecida a la de un carro” continuó diciendo mi entrevistada. Una anécdota que ella me contó fue que le explicó a su niña que pronto venía Santa Clara y la nena se quedó con eso en la mente y durante el día pasó frente a su casa una señora que era vecina y la niña va rápido donde su mamá y le pregunta: “¿Ella es Santa Clara? ¿Ya llegó?”

Cuando comenzó el viento fuerte, un vecino le dijo que tenía que salir de su casa y se la llevaron a ella y una hija de seis años que ella tenía a una casa de un vecino, también en madera. Ella le tiene terror a los huracanes, por el viento tan fuerte y ruidoso que ocurre. Allí se refugiaron varias familias cercanas. No durmieron nada en toda la noche. Utilizaron el radio de batería de un vecino. Para pasar la noche construyeron un fogón con varillas de acero para colocar las ollas y la leña. Cocinaron verduras con bacalao y tomaron ron caña. Comenzó una lluvia muy fuerte y un ruido enorme que provocaba el viento.

Al parecer el huracán dejó mucha lluvia, pero no causó tantos estragos como George. Su casa no sufrió gran daño porque era de madera, lo único es que el techo, como era de cartón, se levantó. La casa de su madre, aún estaba sin terminar, tampoco le ocurrió nada. Al vecino Moisés, el viento le llevó la casa completa, se la tiró a la “joya” Durante el huracán ocurrió un tornado porque al levantarse observaron que al lado de la casa había una línea exacta de árboles caídos. Siempre tuvieron agua porque tenían agua de caja, o sea, de manantial. Lo que si causó mucho daño fue a la agricultura; arrasó con las matas de plátanos y de guineos, lo perdieron todo. Ellos vivían de lo que sembraban, pero gracias a Dios, le quedaron batatas y yautías porque se siembran debajo de la tierra. Del gobierno no recibieron ningún tipo de ayuda porque en ese momento no había cupones ni ayudas como ahora. Ellos cocinaban con leña, por lo tanto, no necesitaban gas y agua nunca les faltó.

Según ha pasado el tiempo las cosas han cambiado, como las casas eran humildes y no tenían luz, ellos no carecieron tanto como me cuenta la señora. Si hoy día ocurriera un huracán de cualquier categoría tendría gran efecto por lo acostumbrados que estamos a las comodidades que nos traen los adelantos tecnológicos. Por otro lado, afortunadamente contamos con el servicio de energía eléctrica que nos permite tener los servicios de comunicación que nos informa sobre los sistemas atmosféricos que nos embestirán. Como consecuencia podemos asegurar nuestras viviendas y abastecernos de alimentos, evitando así sorpresas desagradables y que nos tome desprevenidos.

VOLVER