Un temporal “arrasa batatas”

Entrevista a la Sra. Mercedes Vázquez

Por: Valerie M. Rivera Rodríguez

Mercedes Vázquez, de 92 años de edad, recuerda como sus padres y familiares hablaban del tan desastroso huracán San Ciriaco. Aunque ella no lo vivió, recuerda las habladurías sobre el temporal “arrasabatata” como le decían en su barrio. Este huracán arrancaba las batatas entre otros cultivos de tan fuerte que eran sus vientos. Su padre le contó acerca de las barracas y como eran construidas. Estas barracas se construían de mazos de yerba larga llamada guinea, la cual amarraban con la cáscara de un árbol llamado majagua que era parecido a una soga. Varios mazos eran amarrados hasta crear una casucha en forma de bohío. Su padre le cuenta que era tan fuerte que el viento no podía arrancarla. Sus mazos eran tan unidos que el agua no penetraba la barraca.

Con tan solo seis años, recuerda que para San Felipe en 1928, vivía en una casita en un barrio llamado Cataño y para este temporal, su abuela, sus padres y ella, tuvieron que evacuar su hogar ya que el rio se salió de su cauce. Se mudaron a la casa de su madrina cerca de la plaza, la cual era grande y segura. Ella cuenta que el agua se metió en todas las calles y las casas. También observó como el rio se llevaba las casas menos fuertes. Mientras sucedía el huracán, Mercedes se la pasó comiendo guineos maduros con galletas. La agricultura se destruyó por completo. Ella vio como los techos de zinc de las casas eran arrancados por el viento. Ella cuenta que le tenía miedo a las ráfagas de vientos ya que se sentían bien fuertes. Su familia y su barrio se enteraban de los huracanes gracias a un anunciante al que le decían Olivo quien utilizaba una especie de altoparlante para anunciar desde huracanes hasta especiales y aperturas de tiendas por todo el pueblo.

Ya para San Ciprián, en 1932, no recuerda mucho. Solo recuerda que para ese entonces se habían mudado a la loma de Judea en donde construyeron poco a poco una casa. Ella tenía más edad y decidió bajar la loma para ver los daños de este huracán. Su padre muy molesto no le dio el permiso ya que era peligroso pero aún así, bajó y al llegar a su casa su padre la castigó.

Para Santa Clara, en 1956, ya era mayor de edad.. Tenía 34 años y aún así, vivía con su madre ya que su padre había fallecido. Trabajaba en los comedores escolares. Todavía vivían en la loma de Judea. En esta loma, solo había de tres a cuatro casas, una separada de la otra. Ella cuenta que decidió bajar la loma para ir a la panadería. Mientras bajaba con su sombrilla, una ráfaga de viento la azotó y se llevó su sombrilla. Cuenta que el viento era tan fuerte que pensó que saldría volando. La agricultura se vio afectada, ella nos dice que veía como las matas de guineo de su casa caían al piso. Su casa no sufrió daños. En este temporal, muchas casas quedaron sin un techo ya que el viento se había llevado el zinc. Me cuenta que había que tener mucho cuidado ya que las planchas de zinc salían volando. Para ese entonces, ya existían los radios. Su madre escuchaba las novelas por la radio, con cigarrillo en mano, pero a Mercedes no le gustaba escucharlas. También, por medio del radio, se enteraban de la llegada de huracanes a la isla. En su casa había luz, aunque con el paso del temporal se había ido. Para este huracán, todavía no tenían agua en su hogar. Ella recuerda que tenían a un hombre llamado Puro que las ayudaba a buscar el agua loma abajo. Nos cuenta, que su familia nunca recibió ayudas del gobierno aunque existía el mantengo.

Como dato curioso me contó que hubo un tiempo que los huevos valían a “chavo prieto”. Ella recuerda cuando iba a comprar un centavo de pan a la panadería y de la existencia de la “ñapa” que al comprar, te regalaban algo de la tienda.

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