Los cuentos de la abuela Ana

Por: Haidymar Román Santiago

Desde pequeña siempre me ha gustado que mis abuelas me cuenten historias porque siempre recuerdan muchas leyendas y supersticiones. Me cuenta mi abuela Ana que su familia de parte de madre era muy supersticiosa y le decían que si te barrían los pies te quedabas jamona o que si tenías un bebé, le compraras una manita de azabache ya que contrarrestaban el mal de ojo y había que vestirlo de amarillo la primera vez para la buena suerte. También dicen que si sueñas con dientes, significa la muerte de una persona conocida, si sueñas con boda, es que te van a dejar plantada en el altar. Para que la visita se fuera de la casa, me dijo, se ponía una escoba al revés, en una esquina o detrás de la puerta. Como también me dijo que si matas un gato negro aunque sea sin querer, son siete años de mala suerte. Lo mismo sucede con un espejo. Si se rompe, son siete años de mala suerte. No se podía abrir una sombrilla dentro de la casa ni coger el salero en el aire porque eso es mala suerte.

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Estas leyendas son del pueblo de Morovis, La Isla Menos. Me cuenta mi abuela que dicen que hubo una epidemia de cólera que azotó a todo Puerto Rico, pero como Morovis era un pueblo tan religioso, Dios lo cuidó y toda la isla de Puerto Rico se enfermó menos Morovis.

La abuela me narró una leyenda del barrio Cuchillas de Morovis donde había un cementerio, y dicen que cuando llegaba la noche la gente temía pasar por el camino porque éste se alumbraba. Tenían miedo porque pensaban que eran los muertos que salían para asustarlos. Recientemente en Semana Santa fui a Isabela con ella y me contó la leyenda de Jacinto y su vaca. Jacinto era un señor que se pasaba por la playa con una vaca y se ahogaron. Dicen que la gente va a la playa y gritan: “¡ Jacinto, la vaca ! “ y el mar se pone furioso y hace que las olas choquen con las piedras.

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