Leyendas urbanas

Por: Wilfredo J. Cruz Vázquez

Les contaré algunas leyendas urbanas de Puerto Rico que llegaron a mis oídos por mi tío, Graciano Vázquez Rivera Estas leyendas calan más en lo metafísico o mejor dicho son historias de fantasmas. Empezaré por definir el término leyenda y luego les contaré las historias.  Este es un relato perteneciente al folklore contemporáneo; se trata de un tipo de leyenda o tradición popular, a veces emparentable con un tipo de superstición, que, pese a contener elementos sobrenaturales o inverosímiles, es presentado como hechos reales sucedidos en la actualidad. Algunas parten de hechos reales, pero éstos son exagerados, distorsionados o mezclados con datos ficticios. Circulan a través del boca a bocacorreo electrónico o medios de comunicación como prensa, radio, televisión o Internet. Suelen tener como trasfondo una moraleja. Una misma leyenda urbana puede llegar a tener infinidad de versiones, situadas generalmente en el entorno de aquellos que las narran y reciben.

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La primera historia le pasó a mi tío cuando iba pasando por un cementerio. Una noche  mientras pasaba por éste vio una mujer sollozando frente al cementerio cuando él le preguntó que pasaba ella le contó que extrañaba a su marido que había fallecido. Siguieron hablando hasta que ella le pidió pon y él dijo que si. Luego la conversación siguió en el auto de pronto él se despistó un segundo y cuando volteó su cabeza para continuar la conversación ella no estaba.

La segunda no le pasó a él pero es una leyenda de Corozal, el pueblo donde yo cursé mis estudios. La leyenda cuenta que si pasabas por el puente Mabilla después de las doce de la noche una mujer hermosa vestida de novia se montaría en tu coche y después de tener una ardua conversación mirarías por el espejo retrovisor y ella pondría una cara espeluznante y desaparecería.

La tercera y última historia le pasó a un amigo de mi tío hace muchos años atrás. Mientras iba por la carretera la cual no recuerda vio un hombre pidiendo un aventón y no le hizo caso, lo volvió a ver en la carretera y volvió a no hacerle caso, lo vio por tercera vez y continuó sin hacerle caso, cuando lo vio a ver por última vez le dio pon, conversaron por una hora y cuando se despistó, el hombre desapareció. En conclusión las leyendas urbanas son parte de nuestro folklore  y nuestras tradiciones además son algunas de las cosas que nos definen como puertorriqueños y nos definen frente al mundo. Dejaré ante ustedes si creen que las historias que les he contado son ciertas o no.

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